Se reanima la causa de beatificación del padre Tarcisio Rubín

San Salvador de Jujuy (AICA): Los Misioneros Scalabrinianos y el obispado de Jujuy decidieron reactivar la causa de beatificación del Siervo de Dios Tarcisio Rubín, misionero scalabriniano cuyo recuerdo permanece en el corazón de distintas comunidades jujeñas y de otras provincias argentinas, en las que el misionero dejó sembrada la semilla de la fe, de la caridad sin límites y de su profundo amor por los más humildes.
Los Misioneros Scalabrinianos y el obispado de Jujuy decidieron reactivar la causa de beatificación del Siervo de Dios Tarcisio Rubín, misionero scalabriniano cuyo recuerdo permanece en el corazón de distintas comunidades jujeñas y de otras provincias argentinas, en las que el misionero dejó sembrada la semilla de la fe, de la caridad sin límites y de su profundo amor por los más humildes.

Para ello invitan a todas aquellas personas que lo conocieron a sumarse a esta etapa de reunión de testimonios (escritos, fotos, recuerdos) que deberán ser entregados en la parroquia más cercana o en el Obispado de Jujuy (Sarmiento 246, San Salvador de Jujuy).

En esta etapa de aportación de testimonios, el obispado jujeño elaboró una guía para facilitar la presentación de los testimonios.

En primer lugar se debe dejar constancia de los nombres y apellidos de quien presenta el testimonio, su DNI, teléfonos, dirección electrónica y domicilio.

Luego indicar el vínculo con el padre Tarcisio (familiar, amigo, hijo espiritual), narrar cómo lo conoció, relatar algunas vivencias, precisando lugar y época, describir su personalidad y las virtudes que se destacaban en él, y finalmente señalar qué aprendió y por qué debe formar parte de la nómina de los Santos que nuestra madre Iglesia venera y propone como modelo de vida a imitar.

El padre Tarcisio Rubín
Nació el 6 de mayo de 1929 en el pueblo de Loreggia, provincia de Padua, Italia. Fue ordenado sacerdote el 21 de marzo de 1953 en la catedral de la Piacenza. Llegó a la Argentina el 9 de abril de 1974. En 1975 fue destinado al Norte argentino. Fue figura preponderante en el establecimiento y organización de los misioneros scalabrinianos en la ciudad de San Pedro de Jujuy, desde donde se canalizaron las actividades tendientes a la atención de los migrantes de toda la zona.

En septiembre de 1983, el misionero cayó gravemente enfermo y fue derivado a un centro especializado en Córdoba. Desoyendo la prescripción médica, cumplió el que sería su último sueño: volver a Jujuy. Al llegar a San Pedro siguió hasta San Francisco de Valle Grande, allí pidió a la comunidad que preparara todo para la fiesta patronal del día siguiente y partió a visitar las familias de Alto Calilegua.

El 2 de octubre, la directora y un grupo de niños de la escuelita de Alto Calilegua, fueron a recibirlo a la entrada del pueblo. Tras celebrar la santa misa a las 21, se retiró a orar a la capilla. Al día siguiente, el 3 de octubre de 1983, los niños encontraron su cuerpo sin vida tendido frente al altar.

Numerosos pobladores que conocieron la obra del padre Tarcisio ya en vida lo definieron como el "santo protector de los pobres", y así lo dejaron escrito en sus testimonios. En el lugar donde descansan sus restos, ubicado en la capilla del cementerio Cristo Rey, hay incluso algunas placas que dan cuenta de los favores recibidos.

"Si algún día yo no vuelvo, es porque me quedé en Jujuy, volando como el cóndor en las cumbres nevadas", sentenció en septiembre de 1983, cuando cayó gravemente enfermo y fue derivado a un centro especializado en Córdoba. Pero retornó a la provincia porque sus "zafreritos" lo esperaban "con sus precarias atenciones" que lo "colmaban de gozo".+

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