Mons. Santiago: “Nos hace bien como familia venir a la casa de nuestra Madre”

Mons. Santiago: “Nos hace bien como familia venir a la casa de nuestra Madre”

San Nicolás (Buenos Aires) (AICA): En el marco del 34º aniversario del fenómeno mariano ocurrido en San Nicolás, el obispo diocesano, monseñor Hugo Santiago, presidió ante miles de fieles la misa en honor de la Virgen del Rosario de San Nicolás.
Miles de peregrinos llegaron durante el fin de semana a San Nicolás para celebrar el 34º aniversario del fenómeno mariano ocurrido en la localidad bonaerense. Allí, el obispo de San Nicolás de los Arroyos, monseñor Hugo Santiago, presidió la misa central, que tuvo lugar en el templo construido en torno a “El Campito”.

En su homilía, el obispo advirtió que “en el Santuario, María es como esas madres que los domingos reciben a todos sus hijos que, a su vez, vienen con su familia, sus esposas y sus hijos. La madre, con afecto alegre los recibe, les prepara la mesa con una rica comida que los reúne, y en medio de la cual comparten su vida, sus alegrías y sus penas, sus angustias y esperanzas, sus logros, sus desafíos y sus necesidades”.

La madre, señaló el prelado, es “la acogida cordial, el seno que los sigue cobijando sin pedirles nada a cambio; la madre y su hogar son el signo del amor gratuito y desinteresado que los sigue conteniendo como cuando eran niños”.

Monseñor Santiago aseguró que “nos hace bien venir como familia a la casa de nuestra Madre, porque vivimos en un mundo que padece la orfandad y necesitamos una madre, necesitamos de María del Rosario”, porque a pesar de las carencias materiales, “la mayor pobreza de la cultura de hoy es la pobreza en amor”.

“Hay mucha gente huérfana de contención, de presencia paterna y materna, de buen trato, de consideración, de afecto, de comprensión, y esa pobreza afectiva duele más que la pobreza material y es cada vez más profunda en el mundo de hoy”, agregó.

El obispo indicó que “es la pobreza afectiva que causa la violencia, porque es la falta de afecto y contención la que nos pone violentos, la que da origen a niños y adolescentes agresivos con sus docentes en la escuela, con sus pares en los boliches bailables, con sus vecinos, con los jóvenes de otro barrio u otro equipo con los cuales compiten y se agreden mutuamente; es la falta de amor la que hace que muchos adolescentes y jóvenes piensen que su vida no vale nada o que vale muy poco, y entonces no les importa drogarse, delinquir o morir, porque, aunque no siempre sean conscientes, experimentan que su vida tiene poco sentido”.

“Es la pobreza afectiva en un mundo que valora a las personas por lo que producen lo que hace que muchos ancianos sean marginados en un geriátrico cuando lo único que necesitaban es que les devuelvan el afecto y la contención que ellos dieron a los suyos cuando eran niños. Es la pobreza afectiva la que sufren muchos niños víctima de violencia familiar y de abusos de todo tipo”, continuó.

Ante esta realidad, el obispo aseguró que “María del Rosario con su acogida materna nos quiere enseñar a necesidad de una espiritualidad del afecto sincero y del compromiso por el otro”.

Por otro lado, recordó que “María nos recibe en su casa, nos abraza y cubre nuestras necesidades”, cuando llegamos a su casa “como hijos huérfanos conscientes de que en María tenemos una Madre que nos cobija, nos acaricia, nos prepara la Mesa de la Eucaristía de su Hijo, nos sana, de modo que dejamos su casa curados, esperanzados y con paz”.

Para finalizar, monseñor Santiago rezó: “María del Rosario de San Nicolás, Madre de Dios y Madre nuestra, mira a este mundo sin amor, mira a tantos hijos que inocentemente padecen la orfandad por diversos motivos; mira a este mundo donde el egoísmo crea marginación y abandono, donde la indiferencia parece globalizarse. Enséñanos a amar, a ver en el otro la Imagen de tu Hijo; a considerar al otro como uno que me pertenece; a valorar los talentos del otro como un don para mí; a dar lugar al hermano. Danos un corazón misericordioso como el de tu Hijo, danos de tu ternura que es un reflejo de la ternura de Dios y es remedio de nuestra orfandad. Gracias por reunirnos como familia, gracias por tu alegría materna y el consuelo que nos das. Amén”.+

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