Mons. Stanovnik llamó a compartir el pan y ser misioneros del perdón

Mons. Stanovnik llamó a compartir el pan y ser misioneros del perdón

Corrientes (AICA): “La mayor prueba por la que Dios nos hace pasar, para nuestro bien y para el bien de toda la humanidad, es precisamente la de compartir el pan con todos, especialmente con aquellos, a quienes pocas veces llega el pan, ese pan que debería satisfacer las necesidades básicas que hacen a la dignidad de la vida”, afirmó el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, al presidir la misa del Corpus Christi.
El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió la misa del Corpus Christi en la catedral local y la posterior procesión por las calles con el Santísimo Sacramento hasta el santuario Nuestra Señora de la Merced, donde impartió la bendición final.

“La mayor prueba por la que Dios nos hace pasar, para nuestro bien y para el bien de toda la humanidad, es precisamente la de compartir el pan con todos, especialmente con aquellos, a quienes pocas veces llega el pan, ese pan que debería satisfacer las necesidades básicas que hacen a la dignidad de la vida”, precisó en la homilía.

El prelado advirtió que “el pan material –dígase educación, salud, trabajo, y, en general, el progreso para una vida digna que debe llegar a todos y con urgencia a los lugares, personas y familias más postergadas– escasea a causa de las ofensas que no perdonamos y las que infligimos a los demás”.

“Por eso, luego de suplicar el pan cotidiano, en la oración del padrenuestro pedimos el perdón de nuestras ofensas, condicionando ese perdón a la disposición de perdonar las ofensas que nosotros hemos padecido”, agregó.

Monseñor Stanovnik pidió recordar el compromiso que se asumió “al finalizar el Año de la Misericordia ‘para seguir siendo misericordiosos’. ‘¡Acordate!’, peregrino, peregrina, que fuimos perdonados y somos una comunidad de perdonados los que celebramos la Eucaristía”.

“Tenemos la dicha de haber experimentado el perdón de Dios, un perdón incondicional, inmerecido y gratuito. Seamos misioneros de ese perdón, testigos creíbles de las palabras del padrenuestro: “así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, agregó.

El arzobispo llamó a adorar “la presencia viva de Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar” y a frecuentar “los lugares y tiempos que se nos brindan para adorar el Pan de los Ángeles”.

“Tenemos la dicha de tener en el corazón de nuestra ciudad un templo dedicado a la adoración perpetua. Allí está Jesús sacramentado esperándonos. Ese es el regalo que el Padre Dios tiene para darnos. La entrada es gratuita, no hay condiciones para ingresar, y no se necesitan méritos para presentarse delante de Jesús. Lo único que se requiere es el deseo de ir y la voluntad de ponerse en camino. Y aun ese deseo y ese esfuerzo de voluntad son un don de Dios. Dejémonos conducir por Él, y tengamos la certeza de que no seremos defraudados”, subrayó.

“El que adora a Dios en espíritu y en verdad, abre su corazón y sus brazos a los hermanos, aprende a pedir perdón y está dispuesto a perdonar siempre; se convierte en un hombre fuerte y paciente para soportar la prueba en la adversidad, y en un perseverante constructor de puentes entre personas y grupos; un apasionado en tejer lazos de amistad y compañerismo con todos, y un ser profundamente sensible y atento a los más débiles y los que más sufren. Que la participación en la mesa de la Palabra y la Eucaristía, y la adoración del Santísimo Sacramento, por la poderosa intercesión de nuestra tierna Madre de Itatí, nos alcance la gracia de ser siempre y en todas partes instrumentos de paz y de concordia”, concluyó.+

» Texto completo de la homilía

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