Mons. Zecca invitó a celebrar la Jornada del Niño por Nacer

Mons. Zecca invitó a celebrar la Jornada del Niño por Nacer

San Miguel de Tucumán (AICA): Monseñor Alfredo Horacio Zecca, arzobispo de Tucumán, invitó a los fieles a celebrar el 25 de marzo la Solemnidad de la Anunciación del Señor y, en consonancia con ella, la Jornada del Niño por Nacer. Este año, la celebración se enmarca en “el lamentable deterioro que sufre nuestra sociedad”, afirmó el arzobispo, y recordó “la burda, insolente e irrespetuosa escenificación de la Santísima Virgen María abortando a su Hijo Jesús en las mismas puertas de la iglesia catedral”, que calificó como “un sacrilegio y una falta de respeto no sólo a la Iglesia sino – lo que es peor aún – a la fe del pueblo tucumano”.
A pocos días de la celebración de la Solemnidad de la Anunciación del Señor, monseñor Alfredo Horacio Zecca, arzobispo de Tucumán, invitó a la comunidad a participar de la Jornada del Niño por Nacer que se llevará a cabo el 25 de marzo y, como cada año, tendrá momentos de exposición, reflexión y debate sobre el valor de la vida humana “desde su inicio hasta su término”.

El arzobispo afirmó que no hay convivencia humana o comunidad política “si se niega este valor primario que las fundamenta y sostiene continuamente”. Con su encarnación, el Hijo de Dios se une con todo hombre, explicó monseñor Zecca. “Se revela a la humanidad no sólo el amor infinito de Dios sino también el valor incomparable de cada persona humana”.

“En este año la celebración tiene lugar en el marco de un horizonte que presenta ante nuestros ojos el lamentable deterioro que sufre nuestra sociedad”, lamentó el arzobispo, refiriéndose puntualmente a “la burda, insolente e irrespetuosa escenificación de la Santísima Virgen María abortando a su Hijo Jesús en las mismas puertas de la iglesia catedral”, que consideró “un sacrilegio y una falta de respeto no sólo a la Iglesia sino – lo que es peor aún – a la fe del pueblo tucumano”.

El arzobispo destacó además que “la defensa de los derechos de la mujer forma, sin lugar a dudas, parte del Evangelio de la Vida que está en el centro del mensaje de Jesús y que, acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas”, y recordó que es indispensable promover la igualdad de derechos y la complementariedad mutua, entre el hombre y la mujer, expresada tanto en la revelación judeocristiana como en la ley natural.

Sostuvo, sin embargo, que “la defensa de un valor tan importante no puede dar derecho a un pequeño grupo a pasar a la agresión a la fe religiosa de los cristianos que profesa la inmensa mayoría de nuestro pueblo”, y recordó que el aborto o la eutanasia son delitos y no “legítimas expresiones de la libertad individual”.
“En el momento en que se afirma solemnemente el valor de la vida, ‘el derecho mismo a la vida queda prácticamente negado y conculcado, en particular en los momentos más emblemáticos de la existencia, como son el nacimiento y la muerte’”, añadió.

La contradicción surge de la tergiversación e incluso deformación del concepto de subjetividad y “también se exalta la libertad como algo perteneciente de modo absoluto al individuo”. Aún más grave, “la pérdida del vínculo constitutivo (de la libertad) con la verdad. Queda con ello manifiesto que, con esta concepción de la libertad, la convivencia social se deteriora profundamente”.

En su invitación, el arzobispo también se refirió a la negación del otro que se produce con la promoción del propio yo, de las propias ideas, y la pretensión de autonomía absoluta. De este modo, aseguró, “la sociedad se convierte en un conjunto de individuos” sin vínculos recíprocos.

Monseñor Zecca culminó su mensaje con una invitación a todos “a manifestar, desagraviar y renovar nuestro pacto de fidelidad como pueblo tucumano con nuestra Madre la Virgen de la Merced” y, repudiando toda manifestación de odio, discriminación o violencia contra quienes han cometido este sacrilegio, “pedir a Dios que les abra la mente para que descubran el misterio del hombre que, tanto en la revelación como en la razón, es accesible a todos quienes se abren a la verdad”.

“A todos los espero y les propongo transformar nuestro legítimo dolor en una fiesta en honor de nuestra Madre del cielo que infunda en nuestros corazones una actitud misericordiosa y compasiva frente a quienes nos han ofendido”, concluyó.+

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