Mons. Castagna advirtió sobre un plan “diabólico” para expulsar a Dios de la vida social

Mons. Castagna advirtió sobre un plan “diabólico” para expulsar a Dios de la vida social

Corrientes (AICA): El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, advirtió que “no se entiende el ensañamiento contra las expresiones de la fe católica, en un país donde es fuerte y mayoritariamente profesada”, tras reclamar una sanción judicial ejemplar a los incidentes delictivos y sacrílegos perpetrados recientemente en Buenos Aires y en Tucumán. “El propósito de destruir todo signo sagrado responde al plan, diabólicamente orquestado, de producir la expulsión de Dios de la vida social”, aseveró.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, advirtió que “el mundo actual parece ofrecer mayor resistencia al Evangelio que en otros momentos de su historia. Los nuevos parámetros - que el mismo mundo sostiene - negadores del orden que Cristo vino a establecer, se endurecen como la roca e intentan pulverizar a quienes se les opongan”.

“Lo observamos a diario: a medida que el error invade los múltiples niveles de la cultura y sus principales medios de expresión, es desalojado el pensamiento cristiano y vilipendiado el comportamiento desde Él promovido”, sostuvo en su sugerencia para la homilía dominical.

“El propósito de destruir todo signo sagrado responde al plan, diabólicamente orquestado, de producir la expulsión de Dios de la vida social”, agregó.

El prelado aseguró que “no se entiende el ensañamiento contra las expresiones de la fe católica, en un país donde es fuerte y mayoritariamente profesada”, e interpeló: “¿Hay algo más antipopular, y antidemocrático, que negar a la gente la libertad de creer?”.

“La agresión de una minoría contra la fe de la mayoría ¿qué legitimidad puede esgrimir a su favor? Los últimos incidentes, ocurridos en Buenos Aires y en Tucumán, fueron calificados de verdaderos ‘delitos’, merecedores de la sanción de la justicia. ¿Se llegará a tan ejemplar decisión?”, concluyó.

Texto de la sugerencia

1.- Transitoriedad y fragilidad biológica. Aquel ciego de nacimiento da lugar a una reflexión, con el fin de corregir la creencia errónea de que una enfermedad, padecida desde el nacimiento - como la ceguera - fuera atribuida a los pecados personales del enfermo o de sus padres. La enfermedad no es un castigo, sino consecuencia de la fragilidad biológica que afecta a buenos y malos, y no respeta edades y condiciones de vida. La transitoriedad de la vida temporal se expresa mediante esa condición biológica frágil: “Porque la apariencia de este mundo es pasajera”. (1 Corintios 7, 31) El don de la vida se inicia en la fragilidad de su etapa temporal y desemboca en lo definitivo, en el estado inamovible de la eternidad. El pecado ha suprimido, en el ser humano, la visión trascendente de su vida terrestre, sumergiéndolo en la triste penumbra de una “apariencia” que pasa. Aquel ciego de nacimiento es la imagen del hombre que, encontrado con su Redentor, recobra la visión - trascendente - y arriesga una respuesta simple y honesta ante quienes pretenden presionarlo para que niegue la verdad: “Esto es asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si ese hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada”. (Juan 9, 30-33) Así le fue.

2.- La pretensión inadmisible de negar la verdad. La fe exige, del creyente, el reconocimiento público de su contenido de verdad. Aquí también, como entonces, aparecerán nuevos fariseos con el fin de que los cristianos nieguen, teórica o prácticamente, la nueva visión que Cristo, por el don de la fe, les ha otorgado. El mundo pretende, como aquellos sanedritas, que sea negada la verdad que acredita la procedencia divina de Jesús, y se propone como nueva percepción de la realidad. Por ejemplo: que sea reconocido como legítimo el mal llamado “matrimonio igualitario”; que se autorice el infanticidio del aborto como absoluto derecho de la mujer sobre su cuerpo, con licencia legal de matar a otro ser humano: su propio hijo; que la pobreza sea tolerada, por el imperio de una diferencia injusta entre ricos y pobres, entre marginados y poderosos; que los ladrones de guante blanco estén libres y gocen de los bienes mal habidos, mientras que los hambrientos, que quizás robaron para comer, se pudran en la cárcel, sin que la justicia se ocupe de ellos; que la Ley sea burlada por quienes deben administrarla, tornándola flexible para unos e implacable para otros. Así abultaríamos la lista de contradicciones, que escandalizan a los pequeños y entristecen a los hombres y mujeres que desean vivir en la verdad y lograr la apetecida paz del corazón, de la familia y de la sociedad.

3.- Agresiones incalificables. El mundo actual parece ofrecer mayor resistencia al Evangelio que en otros momentos de su historia. Los nuevos parámetros - que el mismo mundo sostiene - negadores del orden que Cristo vino a establecer, se endurecen como la roca e intentan pulverizar a quienes se les opongan. Lo observamos a diario: a medida que el error invade los múltiples niveles de la cultura y sus principales medios de expresión, es desalojado el pensamiento cristiano y vilipendiado el comportamiento desde él promovido. El propósito de destruir todo signo sagrado responde al plan, diabólicamente orquestado, de producir la expulsión de Dios de la vida social. No se entiende el ensañamiento contra las expresiones de la fe católica, en un país donde es fuerte y mayoritariamente profesada. ¿Hay algo más antipopular, y antidemocrático, que negar a la gente la libertad de creer? La agresión de una minoría contra la fe de la mayoría ¿qué legitimidad puede esgrimir a su favor? Los últimos incidentes, ocurridos en Buenos Aires y en Tucumán, fueron calificados de verdaderos “delitos”, merecedores de la sanción de la justicia. ¿Se llegará a tan ejemplar decisión?

4.- “Y lo echaron”. El favor divino, experimentado en carne propia, hace de aquel ex ciego de nacimiento un valiente defensor de la verdad. La honestidad le obligaba a no aceptar un doble discurso. Los jefes de su pueblo no lograron doblegar su resistencia. Finalmente repite el relato de su experiencia sin cambiar un ápice su versión original. Se arriesgó a ser condenado, con la expulsión del seno de su comunidad religiosa, y se mantuvo firme. El texto de Juan, de manera muy escueta, relata el anunciado desenlace: “Ellos le respondieron: Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones? Y lo echaron”.+

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