El Papa asistió a la tercera predicación de Cuaresma del padre Cantalamessa

Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco participó este viernes de la tercera predicación de Cuaresma que realizó el sacerdote capuchino Raniero Cantalamessa, quien explicó que la intención de la meditación era ver, “guiados por el Espíritu Santo, qué significa para nosotros la muerte de Cristo, qué ha cambiado a propósito de nuestra muerte” y propuso como ejercicio piadoso para este tiempo cuaresmal tomar un Evangelio y “leer por cuenta propia, con calma y por entero, el relato de la pasión. Basta con menos de media hora”.
El papa Francisco participó este viernes de la tercera predicación de Cuaresma que realizó el predicador de la Casa Pontificia, el sacerdote capuchino Raniero Cantalamessa.

El tema de la meditación se llevó a cabo en la capilla Redemptoris Mater y se centró en el tema: “Nadie puede decir ‘Jesús es el Señor’ sino en el Espíritu Santo”

“En las dos meditaciones precedentes, hemos tratado de mostrar cómo el Espíritu Santo nos introduce en la ‘verdad plena’ sobre la persona de Cristo, haciéndolo conocer como ‘Señor’ y como ‘Dios verdadero de Dios verdadero’. En las restantes meditaciones nuestra atención, desde la persona, se desplaza a la obra de Cristo, desde el ser al actuar”, precisó, y agregó: “Trataremos de mostrar cómo el Espíritu Santo ilumina el misterio pascual, y en primer lugar, en la presente meditación, el misterio de su muerte y de la nuestra”.

El padre Cantalamessa hizo hincapié el misterio pascual de Cristo, comenzando por su muerte en cruz, y destacó que “la relación entre el Espíritu Santo y la muerte de Jesús la pone de relieve sobre todo el evangelio de Juan: ‘No había todavía Espíritu —comenta el evangelista a propósito de la promesa de los ríos de agua viva— porque Jesús todavía no había sido glorificado’”.

“Es decir, según el significado de esta palabra en Juan, aún no había sido elevado en la cruz. Desde la cruz Jesús ‘entregó el Espíritu’, simbolizado por el agua y la sangre; escribe, en efecto, en la primera Carta: ‘Tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre’”, explicó.

“El Espíritu Santo lleva a Jesús a la cruz y, desde la cruz Jesús, da el Espíritu Santo. En el momento del nacimiento y luego, públicamente, en su bautismo, el Espíritu Santo es dado a Jesús; en el momento de la muerte Jesús da el Espíritu Santo”, subrayó.

El religioso aseguró que la intención de esta meditación, “guiados por el Espíritu Santo: ver qué significa para nosotros la muerte de Cristo, qué ha cambiado a propósito de nuestra muerte”.

“Más eficaz que meditar sobre nuestra muerte, es meditar sobre la pasión y muerte de Jesús y debemos decir, para honra de las generaciones que nos han precedido, que dicha meditación era también el pan cotidiano en la espiritualidad de los siglos recordados. Es una meditación que suscita conmoción y gratitud, no angustia; nos hace exclamar, como al apóstol Pablo: ‘¡Me amó y se entregó por mí!’”, aseguró.

El padre Cantalamessa propuso como ejercicio piadoso para la Cuaresma tomar un Evangelio y “leer por cuenta propia, con calma y por entero, el relato de la pasión. Basta con menos de media hora”.

“Conocí a una mujer intelectual que se profesaba atea. Un día le cayó encima una de esas noticias que dejan abrumado: su hija de 16 años tiene un tumor en los huesos. La operan. La chica vuelve del quirófano martirizada, con tubos, sondas y goteros por todas partes. Sufre terriblemente, gime y no quiere oír ninguna palabra de consuelo”, contó.

“La madre, sabiendo que era piadosa y religiosa, pensando agradarla, le dice: ‘¿Quieres que te lea algo del Evangelio?’. ‘¡Sí, mamá!’. ‘¿Qué?’ ‘Léeme la pasión’. Ella, que nunca había leído un evangelio, corre a comprar uno a los capellanes; se sienta junto al lecho y empieza a leer. Al cabo de un poco la hija se duerme, pero ella sigue, en la penumbra, leyendo en silencio hasta el final. ‘¡La hija se dormía —dirá ella misma en el libro escrito después de la muerte de la hija—, y la madre se despertaba!’. Se despertaba de su ateísmo. La lectura de la pasión de Cristo la había cambiado la vida para siempre”, aseguró.

“Terminemos con la simple, pero densa oración de la liturgia: ‘Adoramus Te, Christe, et benedicimus Tibi, quia per sanctam Crucem tuam redemisti mundum’. ‘Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz has redimido el mundo’”, concluyó.

La cuarta y quinta predicación serán los próximos viernes 31 de marzo y 7 de abril.+

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