Se recordó con una misa el 60° aniversario de la diócesis

Nueve de Julio (Buenos Aires) (AICA): ¨La comunión en la fe y el amor es lo que da armonía fraterna a nuestras parroquias y movimientos haciendo auténticamente fecundo su apostolado; sin el testimonio claro y contundente de la vivencia del mandamiento nuevo del amor surgido de la comunión, no seremos creíbles en el mundo de hoy¨, expresó el obispo de Nueve de Julio, Mons. Ariel Torrado Mosconi, en la homilía de la misa en la que recordó el 60° aniversario de la creación de la diócesis.
"La comunión en la fe y el amor es lo que da armonía fraterna a nuestras parroquias y movimientos haciendo auténticamente fecundo su apostolado; sin el testimonio claro y contundente de la vivencia del mandamiento nuevo del amor surgido de la comunión, no seremos creíbles en el mundo de hoy", expresó el obispo de Nueve de Julio, Mons. Ariel Torrado Mosconi, en la homilía de la misa celebrada el sábado 11 de febrero en la catedral local en la que recordó el 60° aniversario de la creación de la diócesis.

Tras profundos conceptos relacionados con la Palabra de Dios proclamada durante la celebración eucarística, el obispo recordó el día en que el papa Pío XII erigió la diócesis de Santo Domingo de Guzmán en Nueve de Julio, y aprovechó para señalar que la diócesis es: “una porción del Pueblo de Dios cuya atención pastoral se confía al Obispo con la cooperación del presbiterio, de manera que congregada por el Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, constituya una Iglesia particular, en la cual está presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica”.

"Esta definición deja ver cómo en el ser más íntimo de la comunidad cristiana está la realidad de la comunión que nos constituye como Iglesia. Comunión con Dios en tanto pueblo elegido nacido del bautismo; comunión en la misma fe con la Iglesia universal; comunión eclesial entre pastores y fieles para la misión de anunciar la Buena Noticia; comunión fraterna para practicar y testimoniar el mandamiento nuevo de la caridad; y signo e instrumento de comunión para hacer de la humanidad toda una familia reconciliada en el amor.

"Por eso -manifestó- deseo subrayar, insistir y llamarlos a vivir este aspecto esencial de la existencia cristiana: la vida en comunión. Sin una íntima comunión espiritual de fe nutrida en la oración no hay verdadera vida cristiana; si en las comunidades no se vive en comunión serán ineficaces y estériles todos nuestros proyectos, planes y acciones pastorales. La comunión en la fe y el amor es lo que da armonía fraterna a nuestras parroquias y movimientos haciendo auténticamente fecundo su apostolado; sin el testimonio claro y contundente de la vivencia del mandamiento nuevo del amor surgido de la comunión, no podemos ser creíbles en el mundo de hoy" y recordó la "estupenda y actualísima enseñanza de Benedicto XVI 'la Iglesia no crece por proselitismo sino por la atracción del testimonio', que debe marcarnos la actitud, la disposición y el rumbo de nuestra misión."

"La comunión -insistió- es la matriz genuina y auténtica de la misión: si no vivimos en comunión, la evangelización no es fecunda, el apostolado se vuelve una ineficaz rutina y la misión se desvirtúa corriendo tras un mero pragmatismo eficientista más que por la santidad".

Hacia el final de su homilía monseñor Torrado Mosconi dio gracias a Dios "por todos los que nos han precedido en esta obra de Dios. En primer lugar de los obispos que ya han partido a la casa del Padre y de manera especial por mi predecesor monseñor Martín de Elizalde. Alabemos a Dios por todos los sacerdotes de otrora y a los que hoy con su trabajo abnegado y escondido han sembrado la buena semilla del Evangelio por los surcos de esta llanura bonaerense. Pero a la diócesis no solo la han construido sus pastores, también hoy debemos dar gracias por los religiosos y laicos que han entregado su vida en el servicio a Dios y la Iglesia. ¡Dios recompense y haga fecunda tanta entrega sacrificada y generosa!"

Por último invitó "a repasar la historia completa e integral con sus luces y sus sombras, de la santidad en la gracia y los yerros del pecado. Y, por lo mismo, implorar el perdón de los pecados a la vez que dar gracias por las maravillas que el Señor ha obrado en su Iglesia. Por eso, como Iglesia diocesana podemos juntos cantar hoy: "¡Misericordia, Dios mío, por tu bondad. Demos gracias al Señor porque es bueno: porque es eterna su misericordia. No abandones la obra de tus manos!".+

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